Translate

A TIENTAS CON EL SENTIMIENTO



Portada meridional de la Iglesia de Las Inviernas (Guadalajara) 
-----
 La fotografía concentra nuestra mirada en la superficie. Por esa razón enturbia la vida oculta que trasluce a través de los contornos de las cosas como un juego de luces y sombras. Eso no se puede captar con las lentes mas penetrantes. Hay que buscarlo a tientas con el sentimiento.

PAISAJE, LUGARES... MEMORIA






Ermita mozárabe de Santa Cecilia (Barriosuso / Burgos)
-----
...los que crecimos en un pueblo lo sabemos bien. El paisaje sigue estando ahí dentro de nosotros, vivo y palpitante, incluso cuando ya ha desaparecido el entorno material del que formó parte, porque hay lugares que también se extinguieron con la infancia; pero esos lugares permanecen ahí, tienen voz y sonido, tienen el color y el aroma de las cosas perdurables...
Texto: Pedro González

LA ANTIGUA VOZ DE LAS ALMENAS




 
Iglesia del castillo de Zorita de los Canes (Guadalajara)
 
Las piedras de todos ellos, sometidas a la acción devastadora del tiempo, entonan calladamente un grito y una queja que casi nadie se detiene a escuchar. Y esos castillos abandonados nos ofrecen la otra imagen, mas sombría, de una tierra entregada a la desidia, al olvido de sus señas de identidad, a la inercia administrativa y a la molicie burocrática. Y una tierra que da la espalda a las piedras donde se cimientan sus orígenes, está renunciando a sus propias raíces, a su memoria histórica, a sus más auténticas y profundas esencias. Los castillos, con su fría y recia voz de piedra, no son  sólo un valioso patrimonio histórico, ni tampoco son sólo el andamiaje lítico de unas señas de identidad que hunden sus cimientos en la tradición y en el pasado; son también vigías que, desde sus atalayas y sus adarves, nos contemplan. Como las agujas de un gran reloj geológico, sus torres de homenaje parecen marcar un tiempo que no nos pertenece, que es el tiempo infinito de la historia, dentro del cual tan sólo somos una fracción insignificante y efímera. Sus murallas han resistido el embate de los siglos y el transcurrir de los imperios; han visto sucederse innumerables generaciones, y su destino, si se cumple, es continuar ahí cuando faltemos. No son piedra muerta. Son una viva realidad arquitectónica y paisajística, y constituyen un fiel reflejo de nuestro presente. Un castillo ruinoso y abandonado es un signo emblemático de decadencia, un metáfora de la indolencia y el olvido. Las piedras centenarias de nuestros castillos tienen escrita, con sangre, la historia que no quedó registrada en los manuales ni en los viejos manuscritos.
Texto de Pedro González

FUÉ



Ruinas románicas en Laguna de Contreras (Segovia)
-----
Si pudiera contarlo con palabras, no me sería necesario cargar con una cámara
Lewis Hine

DEJANDO PARTE DEL CORAZON





Santa Cecilia en Vallespinoso de Aguilar, humilde ermita.
 Existen lugares enigmáticos donde las gentes acuden al sentir una fuerte atracción. Es posible ver a visitantes haciendo círculos caminando alrededor de Eunate, algo parecido en San Bartolo de Río Lobos, bañarse en la noche de San Juan como rito de fertilidad en la ermita de la V. de la Lanzada, peregrinar hasta las piedras de abalar en Muxia con variopintas propiedades como la adivinación….obtener la fidelidad conyugal (¿?), la sanación de enfermedades…. y así muchos otros lugares. Santa Cecilia en Vallespinoso, modesta y solitaria, es el particular rincón que nos atrae de forma inexplicable. Se respira serenidad y paz al descansar junto a sus piedras. En Octubre 2.009 crecía entre las grietas de la roca enfrente de la portada un escaso y depauperado musgo con diminutas hojas. Extrajimos con sumo cuidado un par de brotes con sus raicillas y ya al borde del regato llenamos un vasito con tierra, plantando las dos escuálidas plantitas que nos acompañaron todo el viaje. Crecieron al sol y clima amable mediterráneo y a finales de la primavera murieron con las calores, no sin antes ofrecer unas pocas semillas que dejamos plantadas. Este ciclo de vida breve se ha reproducido puntualmente todos los años, sin fallar. En la última foto, Junio 2012, aquel musgo insignificante se convierte en una agradecida y rara criatura que poco después a medida que avanzan las calores languidecerá dejando la simiente para el siguiente año. Iniciado abril ya apuntan en la maceta los primeros brotes, ahora minúsculos como sus antecesores en Santa Cecilia donde, a cambio, dejamos una parte de nuestro corazón, como el viajero a Carabias de Herrera Casado.
 Texto y fotografías: Antonio Matamoros