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EL VIAJE PROMETIDO (9)






Esta jornada, 5 Agosto, fue plena en visitas, San Miguel de Cornezuelo, Retortillo y ya en Aguilar bordeando el embalse encontramos un bonito lugar rodeado de árboles, playita artificial próxima y unas acogedoras mesas que invitaban al descanso. Seguimos camino con destino Santa Cecilia de Vallespinoso, San Pelayo en Perezancas y final de la jornada en Cervera de Pisuerga. Tenía interés en que mis acompañantes conocieran Santa Cecilia, los viejos seguidores de este rincón quizás recuerden mis comentarios (el último en junio 2013) sobre la querencia que a Conchita y a mí nos arrastraba año tras año a visitar la ermita. En esta ocasión, ya en soledad, me he quedado a las puertas, sin valor para traspasar el umbral que lleva hasta la portada. Volví al coche y allí esperé envuelto en recuerdos el regreso de mi gente.
 Nota.- A pesar de que hijas, nietos y yernos tienen el dedo fácil, han omitido la que a mí me parece una de las mejores vistas de Santa Cecilia, desde archivo añado esta foto de nuestra última visita en 2.012 como única excepción, siempre fotografías del Viaje Prometido… menos esta. 
 Fotografías: Nieves y Antonio Matamoros
 Texto: Antonio Matamoros

5 comentarios:

Paco Torralba dijo...

No han omitido esa fotografía, Antonio.
Sencillamente no la pudieron hacer. La visita fue por la tarde y la que hiciste en 2012 fue por la mañana. Y claro, el ábside estaba iluminado y mucho mas fotogénico.
Muchos recuerdos esa tarde, Antonio...muchos recuerdos...

A.Matamoros dijo...

Pues si Paco buena observación, media mañana sería de una primavera avanzada,
recuerdo nuestra subida por la loma dejado atrás el camino "oficial", jadeando, uno no está para esos trotes,
y con Conchita tirando de mi para rematar el desnivel que a mi me parecía inalcanzable. Tres meses después nos aplastaba la peor de las noticias y tras ellas dos años de inútiles esperanzas.
Paco Torralba, cuanto te agradezco tu hospitalidad en Astrágalo permitiendo
nuestro homenaje a Conchita, con esas
jornadas de Un Viaje Prometido que ella hubiera deseado tanto compartir.
Gracias, muchas gracias.
AM

Nieves dijo...

Admirado Paco Torralba, razón no te falta, la luz de la tarde no hubiera favorecido en nada la fotografía del ábside ese día, pero tengo que reconocer que mi padre acierta al adivinar que no reparamos en esta vista de Santa Cecilia. Tan cegada estaba con lo que tenía delante de mis ojos, intentando no perderme ningún detalle, que no reparé en esta otra mirada, sin duda magnífica, de la ermita.
El lugar y la tarde nos envolvía en recuerdos. Era mi primera visita a un lugar del que mi madre me había hablado en varias ocasiones, era un lugar especial para ella. Le gustaba, sí.
Esa tarde de agosto, desde el pequeño cementerio a los pies del ábside, me dejé muchas fotos por hacer y muchas tomas por descubrir, pero me quedo con la imagen de un pequeño gorrión que, desde lo alto de Santa Cecilia, parecía querer llamar mi atención con su canto. Allí estuvo, observándome, durante todo el tiempo que duró mi visita. En el silencio, la paz y la soledad del lugar sólo destacaban sus alborotados y sencillos trinos. Tuve que marchar, la familia me esperaba desde hacía rato en el coche, pero antes de hacerlo volví la vista atrás. Allí seguía él, allí se quedó, feliz y libre, buscando resguardo entre las piedras de Santa Cecilia... Para siempre.

A.Matamoros dijo...

Cada uno de los componentes del grupo puso a mi disposición sus fotografías con el fin de utilizarlas a mí, no siempre acertado, criterio en estas páginas que tan amablemente nos permite llenar Paco Torralba. En el “archivo Nieves”, con miles de fotografías (tal parece que empuñara ametralladora en vez de cámara fotográfica) se encuentra el gorrión que menciona, doy fe, sin embargo la toma es distante y la calidad de la imagen no me pareció suficiente para incluirla.
Me da por meditar el final de su comentario, el pajarillo no permanecerá siempre en Santa Cecilia, sujeto a los avatares de la fortuna podrá volver, como nosotros muchas veces, pero un mal día será abatido por un ave rapaz, cosa natural, por el plomo de un humano, inútil y desgraciada acción, o simplemente morirá….así de sencillo. Serán las piedras de Santa Cecilia, esas si puede ser que permanezcan allí en un “para siempre” lógico, testigos de otras visitas, otros vuelos… impertérritas ante lo que pasa a su alrededor, el músico tocará su melodía sin posibilidad de descansar, es la servidumbre de ser piedra, desde siglos pasados y por los siglos venideros tocando su rabel… para siempre… ?
AM

Paco Torralba dijo...

No, para siempre no, Antonio.
¿No has visto esos cientos de capiteles erosionados en los que apenas se acierta a ver su contenido original?
Nada se libra del paso del tiempo. Eso sí, en este caso se mide casi en miles de años. Y así el músico... dejará de tocar su rabel.
Creo que a todos los que nos falta un ser querido también hacemos relación de sus lugares, aficiones, trabajos... y los recordamos cada vez que nos topamos con algo de ellos. Vallespinoso era un lugar especial para Conchita.
Este es un ejemplo: yo ya veo Santa Cecilia con otros ojos después de haber leído vuestros comentarios y recuerdos.