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LOS POZOS DE NUESTRA MEMORIA






Castelo Mendo (Portugal)
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Se perdieron tantas cosas, que algunas veces tenemos que pararnos a mirar hacia adentro, hacia los pozos de nuestra memoria, para recuperar las raíces y las huellas de todo lo que fuimos; para recuperar todas aquellas sensaciones que ya nunca volverán y que, cuando desaparezca nuestra generación, en cuya memoria se mantienen vivas, será como si nunca hubieran existido. 
Pedro González Moreno

4 comentarios:

Antonio Matamoros dijo...

No hace tanto comentábamos aquí, al hilo de un viaje a Galicia, la desesperanza que nos embargaba viendo aldeas casi fantasmas, casas que fueron albergue de seres muy queridos, iglesias, campos, huertas… sumidas en un inevitable abandono.
Este hecho se repite inexorablemente a poco que dejes las ciudades a tus espaldas y emprendas un regreso momentáneo, un camino de vuelta al que anduvieron la mayoría de nuestros antepasados.

Y el mirar hacia dentro, hacia los pozos de nuestra memoria…como dice P. González Moreno … que no se trunque… que esos pozos de memoria no sean sombras, en rostros inexpresivos en cuerpos cansados que al mirarnos parecen preguntar … quien eres, quien soy… que fuimos…?
AM

Paco Torralba dijo...

Y menos nos quedamos ahi. No seguimos con el ... que seremos?? porque eso puede ser mucho mas inquietante todavía.
La aldea de Castelo Mendo es un buen ejemplo. Casi tal cual que hace 50 años. Lo cual quiera decir que igual que hace 200 años. Que curioso¡¡ los pequeños pueblos de la parte portuguesa permanecen casi intactos. Los de la parte española, una amalgama de construcciones antiguas/modernas sin ningún control.
En una supuesta confrontación estética no hay color. Pero en otra referente a una cierta prosperidad creo que tampoco.
En Castelo Mendo han asentado las ruinas de su románica. Pero no tengo tan claro que hayan asentado unos mínimos para el futuro del pueblo.

Antonio Matamoros dijo...

Ya cuando vi las fotografías de Castelo Mendo me llamó la atención la pulcra soledad de las ruinas. Todo muy limpio sin aspecto ruinoso como si siempre hubieran estado así.
Demonio… eso no son ruinas ni son nada… todo lo que no sea contemplar muros derruidos entre maderos, alguna que otra columna todavía en pie, montones de piedra que fueron ábsides, portadas, claustros, sacristias y en algún caso el sarcasmo convertido en rótulo con el texto casi borrado por el tiempo…”No llevarse piedras. Próxima restauración”… todo ello de difícil acceso, camino poblado de zarzas y maleza en general, con el aderezo de basuras de todo tipo y especie. Eso son ruinas…. Y lo más probable es que el pueblo más cercano esté ya vacío.
La prosperidad cambió su nombre, ahora es “la capital”, “la ciudad”, muchas de nuestras aldeas languidecen al mismo compás que sus últimos habitantes, ambos tienen los días contados. La ruina, paciente, espera…
AM

Paco Torralba dijo...

Bien descrito, Antonio. Hay ruinas y ruinas. Hasta en esto hay clases...