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EL DISPUTADO NIDO DE SAN PEDRO AD VINCULAN




Vimos a lo lejos la espadaña y nos acercamos, iglesia cerrada y con signos evidentes de una reparación de las cubiertas, con los restos amontonados alrededor, nos íbamos cuando vimos volar a varias cigüeñas, cuatro para ser exactos, lo más llamativo resultaba ser la bronca que tenían entre ellas. Una, tras un airoso planear, se acomodó en el nido. Las tres restantes girando en el aire mantenían la airada trifulca con gritos, no tengo idea de cómo llamar a los sonidos que emitían pero puedo asegurar que estaban enfadadas, muy enfadadas ! dos llegaron a posarse, en un campo inmediato a la iglesia siguiendo allí con su discusión amenazadora. La última fotografía es definitiva, la cigüeña okupa (o quizás la titular de la vivienda) se mantiene en el nido, su pareja la defiende vigilante sobre el tejado, las otras dos, perplejas, están también sobre las tejas, una de ellas, derrotada, se pregunta clarísimamente… “ y donde pongo yo ahora mi huevo….” No hay otro campanario en varios kilómetros a la redonda !!! Tadao Ando incluiría al disputado nido de San P. Ad Vinculam entre esa arquitectura silenciosa que nos habla… ??
 Montaña Palentina en Junio 2.012
 Texto y fotografías: Antonio Matamoros

3 comentarios:

Paco Torralba dijo...

Sólo hay que ver la primera foto para responder contundentemente a tu pregunta, Antonio.
Los sonidos de la naturaleza, que casi suenan en tus fotografías no son el "ruido" que hacen algunas arquitecturas en su entorno o ellas solas por si mismas.
En muchos lugares, espadaña o campanarios y nidos se fusionan en un solo elemento, casi indisoluble.
Buen texto y buenas fotos, amigo

Nieves dijo...

Arquitecturas muchas veces olvidadas, relegadas, apartadas e incluso desterradas hasta del pensamiento... Vuelven a la vida, sintiéndose nuevamente útiles, importantes, necesarias... Reinas por un día, caseras de unas inquilinas agradecidas que, adornando con sus nidos campanarios y espadañas, ven pasar desde lo alto, tiempos, gentes y silencios.

A.Matamoros dijo...

Las cigüeñas son los testigos silenciosos del devenir de los pueblos. Ocuparon los campanarios a medida en que se iban construyendo los templos, contemplando los trabajos de albañiles, canteros, nuevos ganaderos, agricultores…. Así año tras año, siglo tras siglo, volvieron sufriendo los avatares del lugar, tiempos de bonanza, de penuria, de abundancia, de hambre, de guerras… de destrucción. Una buena parte de esas iglesias han caído abandonadas, algunas, afortunadas, fueron reconstruidas y allí volvieron nuestra amigas, aunque ahora en un entorno solitario es espera de una inalcanzable repoblación.
Me gusta verlas en sus nidos, tranquilas, y desearía, en un flash-back imposible, ver a través de sus ojos toda la historia vivida en el lugar, escudriñar en su “inconsciente colectivo” desde el primero de sus ancestros.
A.M.